La forma en que vivimos nuestra vida afecta directamente a la forma en la que envejecemos. Es muy posible prolongar la vida a pesar de padecer una enfermedad. Podemos ser crónicos en diversas patologías y extender cronológicamente nuestra vida sin gozar de “calidad de vida”.
La buena noticia es que hay esperanzas a cualquier edad...La longevidad no sólo tiene que ver con los genes sino con los factores ambientales, con nuestra forma de vida. Si sumamos a esto los constantes descubrimientos de moléculas o suplementos gerontoprotectores, podemos decir que tenemos muchas posibilidades de llegar a ser longevos y saludables.
La
dieta: comer menos!...menos azúcares, menos harinas refinadas, menos
carne, menos procesados, menos embutidos, menos alcohol, menos
bebidas carbonatadas...
más verduras “muy verdes” y todas
aquellas que tengan más color.. más legumbres, más frutas, más
cereales completos, más fibra, más crudos, más cultivos
ecológicos. Pero en cuanto a la cantidad, definitivamente tendremos
que reducir la ingesta de alimentos. Menos cantidad y más calidad.
Que cada bocado que llevemos a la boca tenga un alto valor
nutricional.